Un estudio de Carbon Majors ha puesto de relieve una preocupante realidad: más de la mitad de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) durante 2023 provinieron de 36 empresas -25 de ellas, estatales-, contabilizándose un total de 20 mil millones de toneladas. Entre ellas, destacan firmas como Saudi Aramco, Coal India, la Compañía Nacional de Petróleo de Irán, Jinneng Group, ExxonMobil, Shell, China Energy y Gazprom.

Saudi Aramco ocupa el primer puesto en la lista. Como señala Damian Carrington en un artículo para The Guardian, si dicha empresa fuese un país, sería el cuarto mayor contaminante a nivel planetario, detrás de China, Estados Unidos e India. Por su parte, la estadounidense ExxonMobil es responsable de aproximadamente la misma cantidad de emisiones que Alemania, que es el noveno Estado más contaminante a nivel mundial.

El informe destaca que las emisiones provenientes de combustibles fósiles experimentaron un considerable aumento durante 2023, especialmente en Australia (11%), Asia (6%) y América del Norte (3%). Este aumento subraya el empeoramiento de la crisis climática, lo que hace aún más urgente adoptar medidas efectivas para mitigar el calentamiento global. A pesar de los avances en la promoción de energías renovables, el incumplimiento de los compromisos climáticos es cada vez más flagrante.

Especial atención merece la situación de las empresas estadounidenses, en tanto el presidente Trump apuesta por el extractivismo sin ningún tipo de regulación ambiental, de acuerdo con su descreimiento hacia el cambio climático. Por otro lado, varias de las empresas consignadas en la lista provienen de China, país que, a pesar de ser el principal productor mundial de energías verdes, sigue siendo responsable de una parte significativa de las emisiones globales debido a su dependencia de los combustibles fósiles.

No caben dudas sobre la urgencia de la crisis climática y la necesidad de actuar frente a ella. En este contexto, se torna fundamental exigir mayores responsabilidades a las compañías, la adopción de estrategias sostenibles y la rendición de cuentas de su impacto ambiental, en vistas de su enorme contribución a las emisiones globales y, consecuentemente, de su rol esencial para reducir la huella de carbono. Sólo mediante una acción conjunta que involucre a diferentes actores -entre ellas, las grandes corporaciones- y con un auténtico compromiso podremos avanzar hacia un futuro más limpio y justo para las próximas generaciones.